Por John Henry Fonseca
Carlos permanece inmóvil en el baño de su trabajo, sus ojos en las rosetas que decoran las paredes. La última noche se desveló en el ocio creativo, no logró descifrar una pictografía rupestre de Chiribiquete (la maloka cósmica de los hombres jaguar). La fiera, con piel de manchas doradas, le da volteretas a la tierra con las patas extendidas; sus ojos capturan la luz que penetra las almas. Al marcharse, casi arrodillado, Carlos siente la cabeza y el cuello robustos. Todos en la oficina lo miran horrorizados. Él olfatea el miedo de sus presas.









